De
la misma manera que expone Santos (2023) en su artículo “Una reflexión sobre la
enseñanza de la literatura y una propuesta renovadora”, comentando de forma
global todas las materias educativas, considero que los aprendizajes deben ser
contextualizados y, por supuesto, deben adecuarse al nivel cognitivo y
lingüístico del alumnado. Si esto no se diese, si los discentes no comprendieran
las enseñanzas que se les está aportando, por lo que nunca llegarían a
interiorizar los saberes que queremos transferir, entonces, como docentes ¿estamos
haciendo nuestro trabajo de forma correcta? ¿Estamos enseñando?
Seguramente
existan miles de opiniones divergentes con la que aquí presento, pero al igual
que la educación evoluciona, que la vida se transforma, la manera en la que
enseñamos literatura también debería hacerlo. Pese a ello, no considero que la
literatura historicista posea menos relevancia, sino todo lo contrario. Esta ha
enriquecido de manera inmensurable nuestra cultura, nuestro vocabulario e
incluso nuestro folclore, tradiciones y costumbres por las relaciones que nos
invita a crear en el momento que las leemos, pero defiendo la idea de comenzar
la enseñanza de la literatura por aquella que sea atractiva para el lector, con
la que ellos/as mismos/as puedan identificarse y, así, comenzar a crear de
manera adecuada su propio intertexto lector. Llegados a este punto, el alumnado
vería útil la literatura; la lectura. Además, podríamos introducir nuevos
estilos para agrandar su bagaje, e incluso a través de ella, incluir valores
que puedan dar visión a las nuevas realidades existentes en las aulas de forma
que el aula se convertiría en un hogar en el que el respeto y la igualdad impregnaría
es espacio que compartimos a diario.
Asimismo,
podríamos variar las formas de enseñar ya que coexisten múltiples formas de
transmitir la literatura. A mí, particularmente, me agrada aquella que promulga
Zariquiey (2016) en su obra “Cooperar para aprender, transformar el aula en una
red de aprendizaje cooperativo”. El autor comenta su propuesta de trabajo en
todas las materias que abordamos en primaria, pero nosotros/as podemos aproximarlo
a la literatura. En el aprendizaje de la literatura no solamente influye qué
tipo de lecturas ofrezcas, sino, cómo las vives, cómo las transmites y de qué
manera las enseñas. De este autor, podemos aprovechar su forma de dirigir a los
alumnos/as, de organizar las tareas, de apostar por el trabajo cooperativo,
mostrándose el docente como el guía en el aprendizaje, pero no como fuente del
mismo. Por este motivo, serán ellos/as los que investigan y descubren las obras
literarias repartiéndose, entre iguales, las tareas que tienen que abordar:
quién es el autor, en qué año se publicó, qué tema trata la obra, etc. Al igual
que, podríamos implementar el uso de la IA y las TIC para trabajar las obras
que incluimos en clase.
Concluyo
mi aportación recalcando la importancia del trabajo de toda la literatura en el
aula, pero la introducción y el trabajo de la misma en el momento oportuno.
BIBLIOGRAFÍA:
Biondi
Zariquiey, Francisco. (2016). Cooperar para aprender: transformar el
aula en una red de aprendizaje cooperativo (Vol. 15). Ediciones SM
España.
Santos,
J.M. (2023). Una reflexión sobre la enseñanza de la literatura y una propuesta
renovadora. Educação E Pesquisa, 49. https://doi.org/10.1590/s1678-4634202349251005esp
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