jueves, 31 de octubre de 2024

Enseñanza inversa de la literatura: un camino más cercano para conectar con el pasado


Uno de los debates que surgen al reflexionar sobre la posibilidad de modificar los planes de estudio en la universidad es cómo abordar la enseñanza de la literatura. Existen diferentes metodologías posibles, pero surge una pregunta clave: ¿con qué perspectiva se debe enseñar? ¿Debería optarse por una perspectiva historicista? 

Cabe destacar que enseñar la literatura en orden cronológico es el enfoque más habitual. Únicamente en cuatro universidades de habla hispana se sigue la metodología inversa que propone Santos (2023). Estas universidades son la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Granada, la Universidad de Valencia y la de Alicante. Cada enfoque presenta aspectos positivos y limitaciones, las cuales se analizan a continuación. 


En primera instancia, la perspectiva historicista se basa en enseñar los contenidos en orden cronológico, desde las obras de la Antigua Grecia o la Edad Media hasta las contemporáneas. Tiene la ventaja de que el alumnado comprende la evolución del lenguaje, el cambio de movimientos y generaciones literarias, así como las temáticas que se abordan a lo largo de la historia. De esta manera, se enseña la literatura igual que la historia, de manera secuencial, lo cual podría ser más sencillo para el alumnado ubicar períodos, generaciones o movimientos literarios (Renacimiento, Barroco, Neoclasicismo, Romanticismo, Modernismo, Realismo Mágico, entre otros) y observar su evaluación de forma más clara.


En cuanto a las desventajas del enfoque historicista, puede resultar complejo estudiar estos textos al emplear un vocabulario con el que el alumnado no está familiarizado. Asimismo, se pueden tratar temas o referencias culturales de diferentes épocas lejanas. Esto puede dificultar la comprensión y derivar en un desinterés hacia la literatura.


Por otro lado, seguir una metodología inversa tiene múltiples beneficios, ya que las obras que se enseñan en un primer momento son más próximas al contexto del alumnado, lo que facilita su comprensión y fomenta su motivación. Además, la literatura abarca conocimientos de diferentes disciplinas, ya que “(...) asume muchos saberes. En una novela como Robinson Crusoe hay un saber histórico, geográfico, social (colonial), técnico, botánico, antropológico (...)” (Barthes, 1978, p. 18, como se citó en Mendoza, 1997). Por ello, es posible que sea más sencillo comprender obras escritas en un contexto reciente que empezar por las obras clásicas.


De la misma manera, los personajes, las temáticas y el lenguaje son más próximos al alumnado, lo cual también favorece la comprensión y despierta su interés. Una vez que el alumnado ha aprendido sobre las obras más actuales, existe una mayor posibilidad de que desee conocer textos anteriores. Sin embargo, como se ha comentado previamente, puede ser complicado para ellos situarse en el contexto histórico, lo cual exige un mayor esfuerzo de comprensión.


En conclusión, ambos enfoques presentan ventajas y limitaciones para la enseñanza de la literatura. No obstante, considero que la metodología inversa tiene un gran potencial para llamar la atención del alumnado y conectar con la literatura. 



Referencias bibliográficas

Mendoza Fillola, A. (2004). La educación literaria: bases para la formación de la competencia lecto-literaria. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. https://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcf19d9 

Santos Rovira, J. M. (2023). Una reflexión sobre la enseñanza de la literatura y una propuesta renovadora. Educação e Pesquisa, 49, e251005. https://doi.org/10.1590/S1678-4634202349251005esp 

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