Metodología mixta para la enseñanza de la literatura
Como docentes a menudo nos planteamos la cuestión de cómo enseñar a nuestros alumnos los contenidos de una forma que les interese, motive y sobre todo aprendan de forma activa. Buscamos actividades dinámicas para enseñar un contenido aparentemente desinteresado y creamos gran variedad de materiales atractivos. Consideramos nuevas perspectivas y contamos con el apoyo de centros de formación como el CEFIRE que pueden hacer que nuestros conocimientos sobre la enseñanza se expandan. Estas cuestiones nacen de la observación de pérdida de interés general en la literatura por parte de los estudiantes, tanto de primaria, secundaria y la universidad, y más aún del método de enseñanza de la literatura. Para ellos esta parte de conocimiento de las corrientes literarias nuevas y actuales puede requerir un alto grado de implicación que a menudo, a causa del desinterés por los movimientos o por las propias obras ocurre. Pero ¿qué pasaría si le damos la vuelta a la historia de la literatura?
Existen dos maneras de enseñar literatura, desde la perspectiva historicista que abarca desde el pasado de la misma hasta los movimientos, autores y obras más recientes y la inversa, en la que se parte del presente para acabar en el pasado. Antes de considerar incluir una modificación en la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) es necesario contemplar las ventajas y desventajas de sus aplicaciones.
Por un lado, si se aplica un modelo de aprendizaje desde el enfoque historicista se estará dando al alumnado los conocimientos base para poder comprender las obras futuras. Es decir, mediante el conocimiento de autores, obras y movimientos más antiguos podrán identificar su presencia o influencia en obras modernas activando así su intertexto lector (Mendoza, 2002). Sin embargo, puede predominar una pérdida de interés puesto que las obras no son actuales y no se parte de la realidad del alumnado para ir desglosando el conocimiento al que se ha llegado a partir de obras anteriores.
Por otro lado, la inversa ofrece al individuo la oportunidad de ver mucho más contextualizado su aprendizaje puesto que es más reciente, incluso de ser lectores activos de ese tipo de literatura. El contexto de publicación de las obras o de los movimientos es mucho más conocido, cosa que puede ayudar a una mejor comprensión de la literatura reciente. Además, al no ser un modo habitual de tratar la literatura de este modo puede causar mucho interés y un aumento de la motivación. En cuanto a las desventajas que presenta está relacionada con el diseño de su planificación y el desconocimiento de aplicaciones anteriores por parte de los docentes. Esta se ha de tener en cuenta puesto que la selección de obras y de modos de comunicación de la misma es de suma importancia.
¿Por qué escoger una sola cuando las dos nos ofrecen cosas positivas? Desde mi punto de vista, una sinergia de las dos sería lo más enriquecedor para el alumnado. Estas se pueden alternar de forma que las literatura más antigua se relacione con la nueva creando nexos de unión y que el alumnado vea la importancia de su conocimiento. Sin embargo, esta sugerencia es algo ambiciosa, puesto que sería necesario un proceso de cambio del enfoque sobre la literatura y sobre sus bases. Ahora bien, si se busca conocer cuál es la más beneficiosa para el alumnado, una posibilidad es realizar una investigación en la que con una metodología comparativa se aplique cada una de ellas a un grupo de estudiantes de universidad. ¿Qué resultados crees que se obtendrían? Te invito a reflexionar sobre este debate aún abierto con el fin de observar otros puntos de vista y nutrir el tema tratado.
Muchas gracias, Alba. Te invito a compartir la entrada también en Twitter. Para seguir el debate. Con tu permiso, tendré en cuenta los resultados para el estudio que planteo sobre la enseñanza de la literatura.
ResponderEliminarExcelente trabajo
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