Día 4 - Una maleta sin acabar.
Volví a recoger ese abrigo
negro como tus ojos cuando te dije adiós.
Nunca pensé que mis zapatos, blancos como un cisne,
serían del mismo color que el dolor.
Mi libreta llena de letras, mi bolígrafo sin tinta,
gritaron lo que nunca pude decirte.
Feroz carmín que colorean los labios del para siempre
de que siempre estás, de que nunca te fuiste.
Necesito tus brazos, tu camino acelerado,
tu poesía blanquina y tu risa armada.
Creo que te escucho, a lo lejos,
tu voz tenue en mis oídos atentos.
"Ven. Siéntate en mi regazo" culminaste una vez más
tu calor ahora es frío,
mi corazón, ahora vacío.
Preocúpate de lo más allá
comida de gallinas al pasar,
calcetines en el suelo,
¡qué desperdiciado está!
Viaje de nunca jamás,
última llamada para recordar.
Pasaporte, no te olvides
tu avión va a despegar.
Genial, Gemma. Sugerente descripción desde los objetos. Me quedo con el último verso. Contundente donde los haya, ¡felicidades!
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