jueves, 23 de noviembre de 2023

TAREA 9. Escritura

 

TAREA 9: Escritura. Elena Mendel (Día 4).

Who? ¿Sobre quién? ;  What? Qué ;When? Cuándo ; Where? Dónde ; Why? Por qué

Alán Palomares Illán

 

Nunca olvidaré ese día, esta es la razón por la que escribo esta carta. Finalmente, llegué a mi nueva casa, se encontraba a las afueras del condado de Winston, era un lugar frío e inhóspito que casi rozaba lo silvestre, pero que seguía conservando la esencia de aquello que algún día llego a ser un gran bosque. Bajé del SEAT animado, con ganas de empezar mi nueva vida, y recogí aquel viejo y negro transportín donde se encontraba mi gran amigo William, aquel gato me acompañaba desde que tenía uso de razón, un gato pardo bellísimo de un color naranja impresionante. El páramo era asolador, para ser febrero lo encontraba tranquilo, calmado; el paisaje era impresionante, la hierba alta de un color verde esmeralda combinaba perfectamente con el azul marino, como si rozara el surrealismo.

Como no quería perder tiempo por miedo al estruendo de las nubes que encapotaban el cielo, me incorporé rápidamente para bajar el equipaje. Abrí el transportín del gato, tenía la suficiente confianza con el gato para dejarle por donde le placiera, sin embargo, nunca se separaba de mí. Nos quedamos contemplando aquella infraestructura que sería nuestra nueva casa, era enorme, la entrada tenía un pequeño porche y dos pilares lo sujetaban, aunque el clima fuera frío y la brisa era ligera, encontraba a aquella casa acogedora. Fue el doce de febrero.

Ese mismo día, limpié la casa, quité el polvo, recogí aquellas sabanas roñosas que cubrían aquellos desgastados muebles, mientras tanto aquel gato, que nunca me había abandonado estaba sentado en la puerta, mirando aquel desolado páramo. Más tarde, se incorporó, vino hacia mí, y se me quedó mirando la cara durante varios segundos, acto seguido empezó a maullar, casi con un maullido desgarrador y se le erizaron todos los pelos del precioso pelaje.

El tiempo pasaba volando, tenía la sensación de que una hora pasaba en cinco minutos. Me dispuse a dormir, me puse mi viejo pijama de rayas y William vino detrás de mí, como si supiera que también era la hora de descanso. Puse la alarma a las 7:00 de la mañana, debía estar listo para la videollamada que tenía con mi jefe. Eran las 23:34.

La alarma comenzó a sonar, tenía la sensación que no había descansado nada, me incorporé rápidamente y miré por la ventana para observar el Sol de buena mañana. Sin embargo, todavía era de noche, nada raro en esta parte del estado. Me levanté para apagar el despertador y me quedé mirando perplejo la hora, no eran las 7:00 eran las 3:33. Empecé a escuchar, arañazos provenientes de debajo de la cama, pensé que se trataba de mi gato que habría encontrado algún objeto. Procedí a dirigir el brazo para encender la lamparita de noche, pero no funcionaba. Probé tres o cuatro veces, pero no tuve éxito. Pensé que no pasaba nada y me levanté para encender la luz de la habitación, fui palpando lentamente la pared para encontrar el enchufe, pero se me hacía raro, pareciera que la habitación no tuviera fin. El gato empezó a maullar descontroladamente, me estresé y paré de moverme, los ruidos del gato provenían de encima de la cama, donde el gato naturalmente dormía conmigo. De repente dejó de maullar, segundos después proseguí con mi búsqueda y con la mano derecha toqué el interruptor.

El interruptor, tenía algo extrañó, tenía una textura distinta al típico plástico que se utilizaba en su elaboración. Tenía un tacto como si tuviera un tacto de piel, de repente comenzó a latir. De repente encontré de nuevo el interruptor y encendí el cuarto, no había nada. Sin embargo, el gato se me quedó mirando de nuevo y sentí una respiración en mi nuca, pero había pared, entonces comprendí que el gato a la tarde no me miraba a mí, sino a mi espalda. El susto que me provocó aquel pensamiento hizo que me despertase de repente. Vi el despertador y eran las 3:32.

Fin.

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